¿Qué dicen de Ocaso de Flores? 1

Por Rita Isabel

Ocaso de Flores fue tinta y papel en el mes de Acción de Gracias del 2023. Hoy agradezco la acogida que tuvo en el periodo navideño. Gracias a familiares, amistades y aquellas personas que siguen el rastro de mis letras que se lanzaron a adquirir un ejemplar de Ocaso de Flores como obsequio navideño, de fin o nuevo año y sobre todo de Epifanía. Como libro ilustrado (gracias a Momo y Misael) y con identidad visual (gracias a Rafael) parecía el regalo perfecto en época de festejo. Mas, con las primeras reacciones al libro, tuve que comenzar a compartir los ejemplares advirtiendo que sus lectores trasmutan en lágrimas desde la primera estación. Porque como dice la sinopsis: El dolor y la tristeza de las despedidas se transforman en magia, agradecimiento y esperanza durante doce relatos que, como meses con sus estaciones, nos guían sutilmente durante el imposible proceso de decir adiós.  

Con Pasajeros y Trece puntos de araña, las reacciones llegaban a cuentagotas y usualmente por escrito, pero con Ocaso de Flores los encuentros en días festivos llevaron a que recibiera reacciones ante ojos a punto de lágrimas, voces entrecortadas o con sollozos. Ante esas reacciones me quedé sin palabras y sentí la necesidad de consolar… Así nació la advertencia y la recomendación al entregar cada ejemplar: quizás sea mejor que lo leas cuando pasen los días festivos. También medité en una pregunta que me hizo mi hermana sobre por qué empecé con “Luminosa”. Aunque no concibo el libro comenzando con otra estación que no sea verano, en realidad no recuerdo por qué elegí, de ese trío, a “Luminosa” para dar comienzo. Me parece que quizás era mejor “Polvo de estrellas”, sobre todo luego que recibí las reacciones de una lectora a la que le obsequiaron “Ocaso de Flores” en un intercambio de regalos: Estoy saliendo del invierno, primera estación que seleccioné. Esa abuela niña la sentí como mi madre vieja y las similitudes de sus oraciones a la comunidad, sus meriendas de rutina, pero… me entristeció pensar que sus “almuerzos” no son de “compañía” sino de soledad. El relato de los “aparecidos” es misterioso y divertido con precaución. Por otro lado, agradecí que el índice se me apareciera pronto y que las ilustraciones sean el complemento perfecto para las letras. ¡Ya seguiré! Posiblemente brinque al verano. A leerla sonreí y pensé: hizo bien en comenzar por invierno. Unos días después, nos encontramos y me dijo que, si hubiese comenzado por verano, no podría completar la lectura del libro, la sintió muy fuerte. No le respondí lo que pensé: deja que llegues a primavera, después de pasar el otoño… y sopesé cuál de las dos estaciones se le haría más dura.

Una de mis compañeras de trabajo, que fue de sus primeras lectoras, me dijo: se tiene que leer poco a poco como se bebe un cordial. La hermana de uno de mis estudiantes me comentó: no pude pasar de la primera estación [por el llanto], lo voy a terminar cuando complete el semestre (es estudiante universitaria). Un tío, una noche que nos cruzamos en casa de abuela, me expresó, con la intensidad de lo que nos da trabajo decir: No lo puedo terminar…  luego me dio la enhorabuena por la manera en la que escribo y en otra ocasión mientras le entregaba un ejemplar a una persona, y él estaba presente, se lo recomendó. Otra tía dijo que era valiente y una prima, que tomó prestado el libro de titi, me escribió: Hola Ri. Por el momento solo te digo, porque tengo millones de pensamientos que no me dejan expresarme bien… porque me provocan sentimiento… que acabo de leer tu hermoso libro Ocaso de Flores, y necesito uno en mi vida. ¿Aún tienes disponibles? Cuando le entregué el ejemplar admitió que al tomar a Ocaso en sus manos pensó en leer uno o dos relatos, pero la lectura la atrapó y no pudo dejar el libro a un lado hasta el punto final. Al compartir las reacciones a la lectura con otra compañera de trabajo (que es mexicana y no teme llorar), reflexioné, ante sus palabras, que todo parece indicar que logré plasmar lo que muchos sienten o han experimentado y superé con ello las barreras de edad, cultura e identidad nacional.

Mi hermano que escribió la sinopsis, antes de redactarla, reaccionó: Trece puntos de araña estuvo bien, pero Ocaso está muchísimo mejor.

Magaly, colaboradora de Libros Pasajeros, me escribió: Anoche terminé de leer Ocaso de Flores. Pienso y siento que es la historia que estamos viviendo, historias distintas, pero paralelas, no sé si me explico. Lo terminé y volví a releer algunos de los cuentos. Es como cuando uno ve el álbum de la infancia y pasa y repasa las fotos. Gracias por hacernos ver lo importante de la historia…, palabras de mi querida comadre.

Un sacerdote jesuita, amigo de la familia y lector de mis letras, me escribió:

Me zambullí de sopetón en el Ocaso. Era como un río silencioso de nostalgias, como un sueño, continuo ambiente de poesía.  Al ver los dibujos recordé, cuando leí por primera vez el Principito. Me vino la misma sensación de entonces. Parecía libro infantil y resultó maravilloso. Felicitación a la acuarelista (Momo y Misael). El libro es corriente continua de poesía, hondos sentimientos que enaltecen a la autora al enaltecer la figura tan especial de su abuela. Como buena poesía abunda el lenguaje exquisito, por encima del habla común. Todos los sentidos se iban flotando sobre el río: ruidos, sabores del terruño, muchos ojos que continuamente enfocan la escena en primer plano o de lejos, olores de la cocina criolla y el campo, la boca que se hace agua al recordar los postres, el roce de la piel envejecida y transparente, y hasta la «salamanca» que me recuerda también los temores de mi niñez… Me hubiese gustado escuchar no solo el ruido de la huerta sino de las melodías de tiempos antiguos… El libro es un todo profundo, hondo, de amor hogareño sembrado por una anciana que, sin pretenderlo, ha sido una gran doctora.  Recuerdo a Teresita de Lisieux, que no estudió gran cosa, y la declararon Doctora de la Iglesia.  Felicitaciones, Rita.

En otras ocasiones he comentado, medio en serio medio en broma, que como escritora a veces sentía un no-sé-qué con Pasajeros en sus dos versiones, hecho a mano-transeúnte y tradicional, porque recibía más “piropos” como libro objeto y performance literario que, por sus cuentos, (aunque en realidad exagerba un poco). Pensé que con Ocaso de Flores pasaría lo mismo y aunque cuando lo entrego es evidente, en el rostro de quien lo recibe, que encuentra el libro hermoso y luego me lo deja saber con palabras… las reacciones después de leerlo parecen indicar que es un libro memorable.

Para mí, estas primeras reacciones han sido también memorables sobre todo la de una familiar de Rafael (responsable de la identidad visual del libro). En una noche de churros y chocolate en Supremo Café nos encontramos y comenzó a hablarme del libro. Citó fragmentos de “Aroma a flores” y se hizo lágrimas. Semanas después su mamá murió. Mi hermana estuvo en los actos fúnebres y ella le comentó que leer Ocaso de Flores fue preparación para lo que tuvo que enfrentar. Escribo esto con la mirada caleidoscópica y un cundiamor floreciendo en mi garganta. No queda más que decir: Gracias…

Gracias totales.

Gracias por leerme y por apreciar a Ocaso de Flores.

Ocaso de Flores

Publicado por Libros pasajeros

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