Por Rita Isabel

Leo el título que acabo de escribir y sonrío. Sin querer queriendo, en este viaje-festejo, Agatha Christie también ha estado presente: Trayectoria búmeran. Era mi intención que este escrito se compartiera ayer, pero aquí estamos en mesa ovalada, un 14 de febrero de este año par, llenando las páginas de letras con el runrún del rastro de la ruta del Quinteto viajero con trayectoria búmeran. A un mes y un día de la fecha trazada para recibir a los cinco ejemplares andariegos, solo han llegado cuatro. Las historias pidieron viento y soltamos la cabuya.
Antes de escribir este runrún, leí sobre el búmeran (opto por la versión esdrújula y no la aguda porque así es como lo pronuncio) y meditaba que en realidad el objetivo al lanzar el búmeran no es que regrese, más bien es que dé en el blanco. Ese objetivo que suele ser una presa, porque me guste o no el búmeran es un arma de caza, el blanco es la presa que persigue. Mas esta trayectoria búmeran, sí es para que regresen los cinco transeúntes, pero repletos de la evidencia de quienes fueron participes de la travesía creativa y de festejo. La pregunta sería: ¿regresan con la presa adherida a sus páginas?
Cuando lanzamos a los Quintetos viajeros, uno con ruta sin retorno y el otro en trayectoria búmeran, le hicimos eco a las palabras de Irene Vallejo: “Así, escribir supone también confiarse una misma a otras manos, miradas y voces”. Hoy, que ya no es 14 de febrero, escribo este runrún del regreso de cuatro de los cinco ejemplares, y tengo el Manifiesto por la lectura, que también redactó Vallejo, al alcance de una mirada y cito: “Leer nunca ha sido una actividad solitaria, ni siquiera cuando la practicamos sin compañía en la intimidad de nuestro hogar. Es un acto colectivo que nos avecina a otras mentes y afirma sin cesar la posibilidad de una comprensión rebelde al obstáculo de los siglos y las fronteras. Por el camino del placer, sobre los abismos de las diferencias, la lectura ofrece puentes colgantes de palabras”. Me agrada sentir, sentipensar que este Quinteto a la dos es pasarela, tejido de manos, red de miradas y lienzo de voces, compañía y vínculo de palabras. (También me gusta pensar que escribir, al igual que leer, no es una actividad solitaria.)
Sin más… Runrún…
“¿Qué es el arte?” Llegó a mis manos antes del 13 enero. Momo y Misael subieron hasta mi monte el 29 de diciembre y me entregaron el ejemplar andariego que Momo compartió con estudiantes de intermedia de la escuela en la que enseña. Pasar sus páginas fue un aguinaldo.

“El ángel”, salí en su búsqueda el 11 de enero, día del natalicio del autor de La peregrinación de Bayoán y En barco de papel. Mentiría si les digo que fue a propósito la elección de la fecha, pero la casualidad llena de significado el regreso de “El ángel”. Su viaje más que travesía fue estadía. Así que, como “Una pelotita de pimpón rosada (¿o verde?)” nos había pedido vuelo, también le soltamos la cabuya a “¿Qué es el arte?” y a “El ángel”. Llegué con aires de Epifanía a la escuela donde laboro e invité a mis estudiantes a ser parte de la ruta búmeran. Agradezco a los que se unieron al viaje-festejo en “¿Qué es el arte?” y “El ángel”.

“Yo sé quiénes son” regresó a mis manos justo el 13 de enero honrando la palabra dada y repleto de la magia de Epifanía, pero ese cuento ya se los hice en Epifanías y silencios con Ocaso y Quinteto.

“A manos llenas” andaba en peregrino despiste, pidió vuelo y se le dio cabuya y ¡qué cabuya! Valió la pena dejarlo viajar hasta ayer, que ya es antier, martes 13 carnavalesco.


“Una pelotita de pimpón rosada (o ¿verde?)” pide vuelo y más vuelo, ya veremos qué sorpresas nos trae.
Y ya que andan y siguen andando con autonomía, coqueteo con la idea de soltar un chin chin más la cabuya, hacer algún junte para disfrutar de ellos y compartir esta trayectoria búmeran con más miradas, manos y voces antes de que el Quinteto encuentre hogar. Ya veremos.
Brindo por las palabras y por los festejos de nunca acabar.
Gracias por leerme.

