
Por: Rita Isabel
Algún día tendrás la edad suficiente para leer los cuentos de hadas de nuevo.
C.S. Lewis
La ere, la a, la eme, la o, la ene, la i, la te y la a podrían ser parte del alfabeto éntico. Ramonita es un nombre que crece continuamente; es como una historia. Los nombres verdaderos, como el de Letraherida, cuentan la historia de quienes lo llevan. Así es en el viejo lenguaje éntico, lenguaje encantador en el que lleva mucho tiempo decir algo en él, pues nunca se dice nada excepto cuando vale la pena pasar mucho tiempo hablando y escuchando. La pequeña Monín, ya abuela, viajó con sus nietos a la Tierra Media. Allí además de hablar como Ent, comprendió, con los hobbits, que lo mejor es amar ante todo aquello que nos corresponde amar, hay que empezar por algo, y echar raíces, y el suelo de la patria es profundo. Sin embargo, hay cosas más profundas y altas. Y si no fuera por ellas y aunque no las conozcas, ningún ser podría cultivar la huerta en lo que llamamos paz.

De la Tierra Media, pasó a Narnia y de Narnia llegó con sus nietos a Fantasia donde los caminos solo se pueden encontrar con tus deseos; y solo puedes ir de un deseo a otro. Lo que no deseas te resulta inalcanzable. Eso es lo que significa «cerca» y «lejos» en Fantasia, donde tampoco basta con querer marcharse de un lugar. Tienes que querer ir a otro. Tienes que dejarte llevar por tus deseos.

Con el deseo como brújula llegaron al andén 9¾ para viajar en el Expreso de Hogwarts. En su destino se tropezaron con la piedra filosofal, entraron en la cámara secreta, conocieron al prisionero de Azkaban, se toparon con el cáliz de fuego, se unieron a la orden del fénix, descubrieron el misterio del príncipe, coleccionaron las reliquias de la muerte, supieron del legado maldito y comprendieron que son nuestras decisiones las que en realidad demuestran quién realmente somos mucho más allá de nuestras habilidades y que el amor es el poder más grande que hay.
Del mundo de brujas y magos llegaron a La ciudad de las Bestias, para luego viajar al Reino del Dragón de Oro y finalmente llegar al Bosque de los Pigmeos. Al salir de las Memorias del águila y el jaguar se enfrentaron a Una serie de eventos desafortunados.
Con El último Elfo viajaron en busca del último dragón y sazonaron todo con albahaca. De paraje en paraje también conocieron el territorio Alagaesia. En fin, que la niña Monín ya abuela, habita en la tierra literaria y en la literatura fantástica, continúa con la caza de significados y significantes. Sigue atesorando historias y comparte con su prole el poder de la palabra, la magia de leer historias porque sabe que la lectura nos ayuda a movernos con mayor facilidad por el mundo y a vivir desde el entusiasmo.

