«…y cometí el error de echarle una mirada, mientras
ponía mis cosas en el escritorio… pasaron 3 horas antes de
que pudiera despegarme del libro, me leí los primeros dos
tomos parada, cansada y con hambre, pero no podía parar,
lloré, me reí, y disfruté como en un trance…
…aún estoy digiriendo lo visto y leído (hay como 3 libros
dentro de cada tomo, los cuentos, las ñapas, y las hojas
con sus colores tan bellamente nombrados)…
Es un trabajo hermoso en forma, contenido y distribución, y voy
a honrar su viaje —aunque quisiera quedármelo— enviándolo a volar;
primero a una amiga —puertorriqueña— en New Heaven,
Connecticut, y ella luego a otra amiga —argentina—,
en Vancouver.»