Por Manuel A. Santos Collazo
- El charco en la cuneta:
Apenas era la una de la madrugada y todo su canto ya estaba lleno de carros; al “Te lo velo” se le había hecho la noche.
Por esto, decidió marcharse con su pequeño botín más temprano de lo que acostumbraba; se dirigió al puente peatonal que cruzaba sobre la avenida Gándara, conectando la “Upi” con el pueblo de Río Piedras, lugar donde acostumbraba pasar la noche. Fue llegando a la escuela Vila Mayo, cuando se fijó en el charco rojo que bajaba por la cuneta al doblar la esquina. No era la primera vez que veía un cadáver, pero la imagen de este cuerpo lo perseguiría el resto de su vida.
Continuará…