El niño malvavisco

Por: Rita Isabel (Titi Rita)

A Manuel Armando

¿Y quién creó a Dios? Aquella interrogante resonó como un estruendoso campanazo en el interior de la pequeña capilla. Si alguien hubiese mirado la llama de la vela que alumbraba al santísimo, diría, que la llama se agitó.

La catequista, una vez más, se sentía en aprietos. Y una vez más esa inquietud surgía a raíz de una ocurrencia del niño que dibujó a los lagartijos apareándose. Ese había sido su dibujo de la creación, hace dos semanas. Hoy era aquella pregunta. El resto de los niños y niñas, de unos seis o siete años de edad, parecían indiferentes a la inquietud de la catequista y a la curiosidad del compañero. Unos miraban a través de las ventanas hacia la carretera, otros dibujaban en sus libretas, algunos soñaban con la hora en que cruzarían la puerta de la capilla camino a sus casas para plantarse frente al televisor, otros miraban el suelo y una niña pidió ir al baño.

El niño de mirada soñadora, sonrisa afable, cabellera abundante y piel de malvavisco esperaba con ansias la respuesta. La catequista luego de dudar, pensar, repensar y titubear al empezar con su respuesta, contestó sinceramente. Mencionó la fe, los misterios y no sé qué más. El niño reflexionó y, sobrecogido, expresó a viva voz; eso es algo que jamás podré comprender…

Si alguien, en el preciso instante que el niño terminó de soltar lo que pensaba, hubiese mirado el rostro de la imagen del Cristo crucificado que engalanaba a la humilde capilla diría que lo vio sonreír.

Licencia Creative Commons

Publicado por Libros pasajeros

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