
Por: Rita Isabel
El santo sin nacer y mártir sin morir fue testigo de como las mareas siguieron su vaivén y la que llevaba su nombre se transformó en una joven mujer letraherida y grácil. Cuentan que san Ramón la vio entrar por el portón principal de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. En ese instante, Ramonita, mientras escuchaba sus pasos al caminar, sonreía recordando aquella vez que de niña visitó la universidad en un viaje escolar y la escalinata frente a la torre le pareció para gigantes: enorme e infinita. Aquel día la caminaba con gracia, sin dificultad ninguna y la pequeña Monín que habitaba en ella vio como la escalinata estaba hecha para su talla.
Como las enciclopedias que la sumergieron en un océano del conocimiento humano, la universidad la enraizó en la universalidad y el amor patrio. Pensamiento crítico y divergente, teorías, análisis, visión internacional, historia viva se aunaron a sus vivencias de hija y nieta de los paisajes verde mar y azul monte que eran memorias y presente en ella. Fue isla, Antillas, Caribe, Latinoamérica, América, espíritu internacional. La de una historia de Flores observó en silencioso orgullo (orgullo silencioso similar a la admiración que sentía por aquella maestra nacionalistas que siempre recordaba o por don Pedro Albizu Campos) como su primogénita, con su genio y carácter, no temió alejarse de los ideales de Pan, Tierra y Libertad que ella y el de un silbido de un tres de marzo seguían, para enarbolar la monoestrellada sin miedo, en tiempos donde izarla hacía temblar las rodillas del más valiente.
Valientes ideales de independencia llevaron al que sabía cuándo y cómo llevar sombrero, por primera y única vez, a retirar su palabra, cuando para él la palabra dada y la acción lo eran todo. Refieren que le alquiló un local al Partido Socialista Puertorriqueño y días después recibió una visita, con tono de amenaza e intención de extorsión, para que desistiera y no le arrendara el lugar a los socialistas. Al principio con su carácter inquebrantable los enfrentó, nadie le daba órdenes ni lo amedrentaba y no bajó mirada, pero cuando le mencionaron a su hija universitaria… sin dejar de sostener la mirada, supo que por primera vez retiraría la acción donde había dado palabra. Los del P. S. P. comprendieron (o eso le gusta pensar a la benjamina de Ramonita).
Y para los que se preguntan si la pequeña Monín estudió literatura: no. Letraherida estudió Economía Doméstica, pero de su profesión hablaremos en otra entrega.
