Compás de espera

En compás de espera y víspera: una mirada introspectiva

El 14 de marzo recordaba la presentación de Pasajeros mientras daba las últimas miradas a Trece puntos de araña. Comencé el 2021 con mucho entusiasmo literario porque es un año especial para mi familia, mi papá cumplió 85 años en marzo, mi mamá cumplirá 80 en diciembre, mi abuela 100 en julio (aunque ella afirma que ya los tiene), mi hermana 55 en septiembre y mañana cumplo los 45 años de edad. Me parece una coincidencia numérica de belleza poética, que ha sido patrón del que no tuve plena consciencia hasta ahora. A punto de culminar el tercer mes de este año impar me aferro al entusiasmo literario por esa bendita coincidencia porque para mí las letras son festejo vital.

En este instante estoy en un compás de espera, Trece puntos de araña anda por Naguabo en el proceso de ser, de una buena vez, tinta y papel para luego dar el salto a las librerías y llegar a quien desee leerlo. Como las vísperas me fascinan y vivimos en época incierta, en la que es mejor evitar dejar para después, decido adelantar agradecimientos y tributos.

Tributo y gratitud

Los libros han estado presentes en mi vida desde antes de aprender a leer. Mi familia podría muy bien tener como apellido Comelibros. Nunca he contado cuántos libros hay en la casa de mis padres, tampoco cuántos hay en la mía. En fin, el punto es que, en ese mundito de libros, crecí con la inquietante compañía de la colección de ochenta y tantos libros de Agatha Christie de la Selección Biblioteca de Oro. Cuando aún no dominaba la lectura lo suficiente para sumergirme en ellos me torturaba felizmente observando sus carátulas, cada portada era una imagen que me narraba una historia que, a otro tipo de niña, al dormir, le daría pesadillas. Pero ¿cómo me podían provocar pesadillas los libros que mi madre guardaba con tanto recelo y leía con tanto gusto? Una inmensurable curiosidad era lo que sentía y lo que deseaba era poder leerlos.

El tren de las 4:50 fue el primero que leí de la colección y entendí el recelo y el placer… Agatha Christie me consagró como una adicta a la lectura. Revólveres, dagas, cadáveres me impresionaron tanto como un vaso de leche en las manos de una anciana, gracias a su narrativa.

Trece puntos de araña como libro objeto es un tributo a esa colección de ochenta y tantos libros de la Selección Biblioteca de Oro. Como texto literario es solo un guiño a la literatura detectivesca y a sus ramificaciones: de misterio, de intriga, negra, de problema, criminal… y homenaje humilde a la Srta. Marple y trece problemas. Este tributo y homenaje no hubiese sido posible sin el apoyo de las personas que me acompañaron en las diversas etapas de escritura. Por eso hoy agradezco:

a la Dra. Sylma García González y al Dr. Reynaldo Marcos Padua por ser lectores cero cuando Trece puntos de araña era un proceso de aprendizaje, y al profesor José Borges por guiar ese aprendizaje desde una mirada de editor conceptual académico,

a Carmen Arteaga (que hasta hoy no sabe que la tengo en mis contactos como Carmen Arañas) por el hermoso tejido de trece puntos de araña que es protagonista de la carátula y de las promociones,

a Mara Romero por su trabajo de corrección de estilo y a Mara Pérez por responder mis consultas cuando dudaba de mis destrezas de redacción o conocimiento de ortografía y gramática,

a Milagros Cabral Hidalgo por responder a mi S. O. S. cuando me quedé en el limbo sin un lugar para hacer los libros,

a J. A. Zambrana por estar dispuesto a sacar tiempo de sus procesos literarios para cuidar la edición conceptual de Trece puntos de araña ya como obra literaria,

a Ramonita, Elena, Manuel, Carlos, Sara, Armando y Bernardo mis fieles lectores y escuchas cero,

de nuevo a Sara por apoyar fotográficamente en el proceso de enfrentar el reto de crear la portada del libro como tributo a la Selección Biblioteca de Oro y a Rafael por ser nuestro mentor en ese proceso,

a Carlos Luis porque sin él mis protagonistas no tendrían nombre y el libro no estaría en Naguabo, gracias a su insistencia en saber cómo iba el libro que quería publicar, no desistí de llevar a papel y tinta a Trece puntos de araña,

a la sietemesina Antonia, mi abuela, por intentar enseñarme a tejer en mundillo (no solo los libros me rodearon en mi niñez) eso dio identidad a este libro

y de manera especial a todas las personas que siguen el rastro de mis procesos literarios.

Trece puntos de araña, en un compás de espera…

Rita Isabel, agradecida…

Publicado por Libros pasajeros

...

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s