Primera Entrega: Vejigante al acecho 5

Por Manuel A. Santos Collazo

  1. Nadie vio nada:

El detective Garay supo la respuesta antes de hacerle la pregunta: no jefe, yo no vi na. El vagabundo que había encontrado el cadáver seguía repitiendo lo mismo una y otra vez, pero aún se percibía en sus ojos la imagen de lo visto y que nunca podrá olvidar.

Ni en el “Bori” ni en la “La Greca” fue identificada la víctima por los cantineros, aunque bueno con la cantidad de gente que viene los jueves, oficial, es difícil recordar los rostros le explicaron  al detective.

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Primera Entrega: Vejigante al acecho 4

Por Manuela A. Santos Collazo

  1. En la escena:

Cerca de donde había sido arrojado el cadáver, se logró hallar una billetera: dentro solo se encontraron dos dólares, una tarjeta del tren y una identificación de estudiante. El cuerpo se encontraba demasiado deforme para identificarlo correctamente y, a parte de la billetera y su ropa, la víctima solo tenía consigo una jeringuilla.

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Primera Entrega: Vejigante al acecho 3

Por Manuel A. Santos Collazo

 

  1. Otro caso más de asalto:

Otro caso de asalto y asesinato, sentenció uno de los oficiales, a modo de saludo para el detective. ¿Asalto? La víctima no había tenido tiempo ni para sorprenderse antes de que su atacante comenzara, con escalofriante precisión, a torturarlo hasta la muerte. Fueron las huellas, junto a la peculiar forma en que estaba mutilado el cadáver, lo que reveló la precisión y rapidez de su asesino.

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Primera entrega: Vejigante al acecho 2

Por Manuel A. Santos Collazo

  1. La eficiencia policiaca:

Ya estaba entrada la mañana cuando la pronta respuesta forense llegó al lugar. El detective Garay ya se encontraba en el lugar de los hechos y analizaba la escena, mientras finalizaba de sorber el líquido de su acostumbrado vaso desechable de café. Como de costumbre, los oficiales encargados de restringir el área habían hecho lo posible por mantenerla lo más intacta posible, es decir, la escena estaba más revuelta que un corral de puercos. Y arrastrado a una esquina, apartada a la vista de curiosos, se encontraba el cadáver mutilado.

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Primera entrega: Vejigante al acecho 1

Por Manuel A. Santos Collazo

  1. El charco en la cuneta:

Apenas era la una de la madrugada y todo su canto ya estaba lleno de carros; al “Te lo velo” se le había hecho la noche.

Por esto, decidió marcharse con su pequeño botín más temprano de lo que acostumbraba; se dirigió al puente peatonal que cruzaba sobre la avenida Gándara, conectando la “Upi” con el pueblo de Río Piedras, lugar donde acostumbraba pasar la noche. Fue llegando a la escuela Vila Mayo, cuando se fijó en el charco rojo que bajaba por la cuneta al doblar la esquina. No era la primera vez que veía un cadáver, pero la imagen de este cuerpo lo perseguiría el resto de su vida.

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